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Memorias de Doki

Relato escrito por Doki, un joven desvinculado. Edición Hilando Historias.

Mi nombre es Doki . Nací el 29 de septiembre del 2002. Por momentos, mi vida de niño fue muy alegre, tuve la oportunidad de estar con mis padres y hermanos, juntos a pesar de todas las dificultades que estábamos atravesando.

Cuando yo tenía 5 años mis padres se separaron y mi madre se quedó sola con nosotros. En total éramos seis. A mis 8 años ya trabajaba en el mercado con mis hermanos y ayudaba a mi madre en la casa. Todos los días que mi mamá nos llevaba al colegio, esperábamos a que ella se fuera para así escaparnos y salir a trabajar. En el colegio solo quedaban mis dos hermanas, mientras nosotros nos encargábamos de todo. Con el tiempo, mi familia se dispersó, me fui con mi mamá y mis hermanos mayores consiguieron pareja y mis otras hermanas se fueron a vivir donde otros parientes; ellas eran hijas de mi mamá, pero con diferente padre.  

Llegó un momento en que a mi mamá le ofrecieron un trabajo: consistía en que ella tenía que ir a buscar drogas y devolverse nuevamente con eso. Casi nadie supo lo que ella hacía. Yo lo sabía, porque la escuchaba hablar sobre lo que iba a hacer con su patrona. Un día estaba durmiendo en la casa de mi padrastro, era de madrugada, cuando sonó el teléfono y habló la policía diciendo que a mi mamá la habían capturado. Cuando mi mamá habló y le dijo que no me dejara solo, que me cuidara, él le respondió que no me iba a cuidar, que yo no era hijo de él. A la mañana siguiente me fui donde mi hermano a contarle lo que había pasado. Ellos rápidamente salieron a ver dónde la tenían y así pasó el tiempo. Mi mamá fue condenada a siete años de cárcel. 

A mis 11 años ya tenía malos vicios, malas compañías. Todo eso se lo comentaban a mi mamá, a ella no le gustaba porque no me había criado así. Un día estaba en el parque, era muy tarde de la noche, cuando llegaron dos tipos en una moto diciéndonos que si nos íbamos a trabajar con ellos para cuidar una finca y cortar el pasto. Yo dije que sí, porque en ese momento no tenía apoyo ni de mis hermanos, ni de mi papá, ni de nadie. Mi compañero, con el que estaba, dijo que ellos nos iban a recoger al día siguiente a las 8 de la mañana. Al día siguiente fuimos y ellos estaban esperándonos, nos recogieron y nos llevaron a una finca donde salieron muchos hombres armados. Nos quitaron todo lo que teníamos y nos dijeron que ya hacíamos parte del grupo armado. No nos dieron entrenamiento de nada, solo nos dieron armas. Pasaron meses desde que me reclutaron y ya me mandaron a hacer misiones: hacer asaltos, poner minas antipersonas, etc. 

Fue pasando el tiempo y ya tenía 17 años. Una mañana, en un enfrentamiento con el ejército, los militares nos tomaron por sorpresa, no nos dieron tiempo de hacer nada. Mataron a tres compañeros y los demás salimos huyendo río abajo. Nos dispersamos porque desde el helicóptero nos comenzaron a disparar. Yo quedé solo, aproveché y me escapé tirándome al río. Dejé que el río me llevara hasta abajo, después salí y cuando pensé que el ejército se había ido, regresé al campamento y busqué un lugar para sentarme a comer porque tenía mucha hambre.

Puse mi portacomida encima de una mesa que había ahí. Cuando di un paso hacia atrás, un disparo pegó en la mesa y me reventó el porta, me asusté y miré hacia todos lados, cuando vi detrás de un árbol estaban cinco uniformados del ejército, me dijeron que no hiciera nada, que ya me tenían apuntado. Me quedé quieto, no hice nada porque estaba muy asustado. Cuando me preguntaron la edad, dije que tenía 15 años, tenía mucho miedo de que me llevaran preso. “No se asuste, usted es un recuperado del ejército”, dijeron. Me dieron comida, agua y ropa nueva. 

Me llevaron  a una institución de paso donde me quedé una semana, después me llevaron a Cali. Yo quería ver a mi familia, porque no los había visto durante mucho tiempo, pero tampoco quería meterlos en problemas por mi situación. Cuando me pude comunicar a mi mamá le comenté todo lo que me había pasado. Se puso muy triste y comenzó a llorar. Me preguntó dónde estaba, que ella me iba a buscar, pero le dije que no, que estuviera tranquila, pues yo estaba bien.

En Cali estuve año y medio y después me trasladaron a Medellín donde terminé mi proceso de reincorporación. Salí a trabajar a la calle, muy asustado porque yo no sabía qué iba a hacer, no había trabajado nunca en una empresa, nunca había estudiado. 

Conseguí trabajo en una empresa, allí me pusieron a prueba una semana, en la cual logré mostrar mis habilidades de trabajo, lo que sabía y lo que había aprendido en el transcurso de mi vida, así hasta que logré quedarme vinculado a la empresa. Mucho tiempo después renuncié, porque se estaba acabando el trabajo. Ya no estaba asustado porque ya podía ver la vida de una manera muy diferente. Tuve varias relaciones, unas fueron muy buenas, otras no tanto.

Logré hacer un amigo en esa empresa donde había trabajado, me enseñó muchas cosas, me ha enseñado y me seguirá enseñando. Él compró el área donde trabajábamos nosotros en la empresa, esa donde había renunciado. Me dijo que si me iba a trabajar con él, a lo cual me puse muy contento y le dije que sí. Porque él es una gran persona.

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